La hepatitis es una afección, mayormente de origen viral, en que el hígado se inflama y deja de funcionar adecuadamente. Cuando el hígado se inflama, hay una reducción de su capacidad para hacer sus funciones básicas y cotidianas, especialmente la metabolización y desintoxicación del cuerpo y la producción de proteínas.
Hay dos orígenes básicos de hepatitis: viral y no viral. Los tipos de hepatitis viral son cinco, nombras por letras por cada virus diferente que las genera. Los tipos no virales se originan por células inmunitarias en el cuerpo que atacan el hígado, daño hepático por alcohol o tóxicos (venenos), medicamentos e hígado graso.
La hepatitis A es causada por una infección con el virus de la hepatitis A y se transmite por consumir alimentos o agua contaminados con heces de una persona infectada con hepatitis A.
La hepatitis B se transmite por el contacto con fluidos corporales contaminados con el virus (sangre, secreciones vaginales o semen).
En el caso de la hepatitis C viene del virus del mismo nombre y también se contagia por contacto directo con los fluidos infectados del cuerpo, a menudo, a través del uso de drogas inyectadas y contacto sexual.
La hepatitis D es considerada grave y solo se contrae por contacto directo con sangre infectada. Su ocurrencia es rara y solo sucede junto con la hepatitis B.
Y la hepatitis E se transmite por el agua contaminada con material fecal que contenga este virus.
Por su duración, se puede clasificar como aguda, la de corta duración y crónica, la que se extiende más de seis meses. La hepatitis autoinmune, por su origen celular siempre es crónica.
El exceso de consumo de alcohol es la causa más frecuente de hepatitis en el mundo.
¿Cuáles son los síntomas de la hepatitis? Los más comunes son:
Un estudio de la Organización Mundial de la Salud determinó que de aquí a 2030 se podrían prevenir unos 4,5 millones de defunciones prematuras en países de ingresos bajos y medianos, mediante vacunación, pruebas de diagnóstico, medicamentos y campañas de educación.
Para el diagnóstico de esta enfermedad, se hacen distintas pruebas, empezando por un examen físico para buscar agrandamiento y sensibilidad del hígado, líquido en el abdomen (ascitis) y revisar si la piel presenta coloración amarillenta. En laboratorio se practicarán exámenes de sangre para diagnosticar la hepatitis de tipo viral, pruebas de función hepática, y marcadores sanguíneos autoinmunitarios. Igualmente, imágenes como ecografía abdominal; biopsia del hígado para verificar el daño hepático y (puede ser necesario en algunos casos); y paracentesis, para confirmar la presencia de líquido en el abdomen.
En Laboratorio García y García tenemos 9 pruebas para el diagnóstico y el control de los distintos tipos de hepatitis, además de 7 pruebas para medir la función hepática.
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